Agramadero
Balsa en las que se ponía en remojo el cáñamo para agramarlo, evitar que se secara y se rompieran las hebras y para favorecer la disgregación de los hilos. El sistema productivo del cáñamo es más manual que hidráulico, pero necesita un gran aporte de agua para poder poner en remojo las ramas de cáñamo y poder extraer fácilmente sus fibras.
Tras la recolección de los tallos de cáñamo, eran transportados a os agramaderos atados en haces. Existían balsas de cáñamo en todas las localidades de los valles del Jiloca y Pancrudo, pues el cultivo del cáñamo estaba muy difundido a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Los productos que se elaboraban eran sogas, alpargatas, sacos, talegas, abarcas, etc, productos muy cotidianos y de amplia demanda hasta el siglo XX, siendo una fuente de materia prima para varias artesanías de fuerte implantación en el mundo rural. Forman parte de la arquitectura del agua.
Agramaderos en el valle del Jiloca
La mayor parte de estos agramaderos eran de tierra, por lo que han ido deteriorándose a lo largo del siglo XX para prácticamente desaparecer. En Navarrete del Río o Lechago se aprecian todavía los agramaderos picados en el suelo junto al río Pancrudo, aunque solo queda un leve desnivel procedente de las antiguas paredes de las balsas.
En otras localidades se construyeron de obra, conservándose hasta nuestros días, como son los ejemplos de: