Atea

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DATOS GENERALES
Comarca: Campo de Daroca
Ayuntamiento: Atea
CP: 50348
Altitud: 842 msnm
Extensión: 34,68 km²
Población: 157 hab. (INE 2007)
Gentilicio: Ateano, na
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Municipio de la Provincia de Zaragoza, en la actual comarca del Campo de Daroca.

En la Edad Media y Moderna, hasta el siglo XIX, formó parte de la antigua Sexma del río Jiloca, en la Comunidad de Aldeas de Calatayud.





Medio natural

Demografía

Alcanzó el máximo nivel poblacional en 1930, con 1.104 habitantes.

Variación demográfica del municipio entre 1990 y 2004
Año 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001 2004
Habitantes 1225 1192 1035 1104 1082 1088 909 564 436 277 206 180

Además de la propia localidad, la población residía en masadas y caseríos cercanos. En los censos de los años 1860, 1930 aparecen los siguientes asentamientos humanos dispersos:

Algunos datos de su historia

Patrimonio arquitectónico

La Iglesia de la Asunción domina el panorama arquitectónico de la localidad.

En las proximidades de Atea se conservan varias ermitas:

En su término cuenta con seis peirones que aquí llaman pilares: Cruz de la Soledad,Virgen de los Mártires, Virgen del Pilar, de las Almas, de los Santos, san Gregorio y san Ramón Nonato.

Como elementos de carácter etnológico hay que destacar la fuente y la nevera recientemente restaurada.

Linajes y personajes

Fiestas, costumbres y gastronomía

  • Siempre han sido muy nombradas las fiestas de primavera honrando a la Santa Cruz. En el contexto de las mismas se celebraba la romería a San Lamberto y la bendición de términos desde la ermita de Santa Elena.
  • Las hogueras de Atea. Tradicionalmente eran tres las hogueras que se hacían en Atea, más las dos de las vísperas de las fiestas grandes: San Blas (3 de febrero); Santa lucía (13 de diciembre); San Antón (17 de enero); más la víspera de las fiestas de mayo (día 12 de mayo) y la víspera de las fiestas de San Ramón (30 de agosto).
  • Santa Águeda, el 5 de febrero, se empezó a celebrar en el año 1990 en Atea. Un pequeño grupo de mujeres comenzó a celebrarla y a animar a otras a unirse a ellas. En 1992 se compró incluso una imagen de Santa Agueda ya que en la parroquia solo había un cuadro en el lateral de un Altar. La fiesta comienza celebrando la Santa Misa o el Santo Rosario, después se venera y se besa la imagen, cantándole su Himno y dándole un aplauso. En la plaza del Paso luce una hermosa hoguera, alrededor de la cual se baila al son de la música. Después en el Pabellón se toma un chocolate y se da la vuelta al pueblo acompañadas por la charanga para terminar cenando en el pabellón. Cada año son seis mujeres las encargadas de preparar la chocolatada, el salón, la cena y todo lo que conlleva la fiesta.
  • Los carnavales de Atea fueron prohibidos tras la guerra civil, porque ya antes de la guerra en Atea hubo una muerte aprovechando la coyuntura del disfraz en los carnavales. Recuerdan que se disfrazaba mucho la gente con mascaras, sacos de arpillera y las caras tiznadas con carbón. Los personajes más conocidos eran las mascaricas o mascaras. Se ponían también unos camisones de lona fuerte, que eran los que se llevaban para ir al campo cuando había mucho frío o agua. Los disfrazados iban por las calles rondando, persiguiendo a los chavales, manchando,... y entraban a las casas. Cuando llegaban a una preguntaban: "¿Admiten mascaricas?", si les decían que sí, decían: "¿Sí?, pues pa dentro" y se metían al patio, allí enredaban, bailaban, molestaban un poco e incluso llegaban a destapar los pucheros para ver que comida había, coger el porrón de vino y echar un trago,... Los carnavales eran un "arma" usada por los padres y educadores durante todo el año, si se portaban mal, las mascaras les perseguirian y les darían con la vara en los carnavales.
  • La Semana Santa en Atea ha gozado siempre de gran tradición. Se cantaban las auroras de Semana Santa, la víspera se rezaban las novenas: una a la Virgen de los Mártires y otra a San José, así como el setenario de la Virgen de los Dolores. La iglesia se decoraba con el monumento y se colocaba un santo Cristo en el suelo del altar. El sacristán era el encargado de "representar" la novena, porque en realidad se hacía una especie de "teatro" en el que la gente del pueblo se implicaba y gustaba mucho de participar. El jueves santo se iba en procesión al cementerio con los 8 o 10 pasos de semana Santa que hay en Atea. El viernes, también con los pasos, se iba a la cruz de la Soledad, a casi 1 kilómetro del pueblo, llegando hasta la cruz que hay en el camino del Paradillo, se le daba la vuelta y se regresaba al pueblo. El domingo se hacía la procesión del Encuentro, con la Virgen de los Dolores, por el pueblo.
  • El 15 de mayo, en fechas cercanas a San Isidro Labrador, se celebraba la fiesta de la Virgen de los Mártires, realizándose interesantes festejos a nivel popular. Tradicionalmente se celebraba los días 12 y 13 de mayo. En la actualidad se celebra conjuntamente con la Santa Cruz. Los días previos se rezaba la novena y se hacían rogativas para pedir agua, yéndose una vez para pedir y otra para dar gracias y cantar una salve. Los mayores en Atea dicen que "siempre que se ha ido a pedir ha llovido, y es que la virgen nos quiere mucho a los de Atea". La víspera de las fiestas llegaba la música de Encinacorba y se hacía un pasacalles por el pueblo. El día de la fiesta por la mañana los dos priores que organizan la fiesta estaban esperando que fueran a por ellos a su casa con los músicos. Allí los recibían con pastas y vino clarete, moscatel y hasta alguna cerveza. Después se marchaba a la ermita, donde se hacía la misa y el sermón, tras lo que se volvía a acompañar a los priores a casa con la música, dándose de nuevo vino y tortas para todos (antes sólo para los cofrades). La bandera de la Virgen de los Mártires se queda cada día en casa de uno de los priores, colgada en el balcón, por la noche se recoge y se la da al otro prior y cuando acaban las fiestas se lleva de vuelta a la iglesia. El segundo día por la tarde se hacía misa de difuntos en la parroquia.
  • La noche de San Juan, los mozos ponían a las mozas que querían bien, unos ramos de flores y de cerezas (esto último sólo si ya tenías la vista fija en ella para algún compromiso). A las que se quería mal o eran unas "extravagantes" se les ponían cardos burreros.
  • San Roque se celebraba durante dos días: la víspera y el día del santo. Antaño había cofradía que era la encargada de organizar la fiesta. Se hacía misa y procesión hasta la ermita del santo, aunque no había baile esos días, sí recuerdan que se rezaba una novena.


En lo que respecta a la música popular, según aparece recogido en el Archivo de música popular de ADRI, en el Cancionero de Don A. Mingote aparece una Jota del Tío Maroto de Atea. Formaba parte de la Banda del pueblo, junto al director, Sr. Mozota, y Álvaro Ibáñez, Pedro Pairo, Manuel Marco, Felipe Hernando, José Martínez, Antonio Bruna, Isidro Guerrero y José García.

El Tío Remache era un ciego de Atea que según se cuenta tocaba muy bien la guitarra. Anteriormente iba a tocar en el pueblo el Ciego de Villafeliche.

Para las fiestas, ya en los años 60, iban a tocar grupos de Aniñón y de Encinacorba (aún lo hacen), y el Tío Puchericos de Villafeliche. También se recuerda a los músicos de Las Cuerlas, que hacían el pasacalles montados sobre un carro, debido a que, según se cuenta, no sabían tocar desfilando.

Leyendas y anécdotas

  • Leyenda del boto y la ermita. Cuentan que Atea y Murero se disputaban en qué localidad se construiría la ermita de los Mártires. Contencioso que parece solucionaron mediante el lanzamiento de un boto de vino desde el alto de un pueblo desaparecido denominado El Saze. La caída del boto en Atea determinó que allí se construyera la ermita de la Virgen de los Mártires.
  • Historias de lobos. Cuentan que hace siglos, Atea era una pequeña aldea con muy buenas tierras de cultivo, rodeada de un extenso carrascal donde se refugiaban los lobos.

Enlaces externos