Carnavales (Castejón de Tornos)

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En Castejón de Tornos los carnavales estaban ligados al fuego y a los disfraces, como si fueran el fin de un periodo festivo que había comenzado meses atrás, haciendo caso a la conocida frase “desde San Antón Carnestolendas son”. El CarnavaL decayó tras la Guerra Civil, con la prohibición impuesta por el Régimen Franquista, pese a que en Castejón no dejo de celebrarse y sería a finales de los años 50 y principios de los 60 del S.XX cuando comenzó el declive definitivo, con la emigración y despoblación generalizadas en el mundo rural.

Los personajes tradicionales

Los zarriones Eran los hombres los que se vestían con pieles de oveja, rellenas de paja y colocadas a modo de chepa (a veces se vestían con "andrajos"), colocándose un cinto del que colgaban unos esquilos grandes de vaca (también campanillas). Se fabricaban caretas o se tiznaban la cara de negro, se armaban con un palo o un mimbre y se lanzaban a la calle. Recorrían el pueblo haciendo sonar los esquilos y se dedicaban a perseguir a los chicos y a las mozas y a armar jaleo, colándose incluso en las casas. Aunque a veces se intercambiaban los papeles, y el zarrión era el perseguido por la chiquillería que trataba de descubrir su identidad. En la línea habitual del desenfreno del Carnaval, ese día se permitían cosas que no hubieran sido bien vistas durante el resto del año, porque como solían repetir los zarriones cuando realizaban su locuras “en Carnaval todo pasa”. Una de esas cosas era "el repaso”, los zarriones perseguían a las mozas hasta acorralarlas, y en ese momento aprovechaban para embadurnarlas con ceniza o grasa de carro; un acercamiento físico entre hombres y mujeres que no se daba en otra época del año.

Las madamas El otro personaje fundamental del Carnaval castejonero eran las madamas o madamos, nombre que se daba a las mujeres u hombres (ambos lo hacían) que se disfrazaban poniéndose sobre su cabeza una silla del revés o un cestillo, cubriéndolo a su vez con sábanas o colchas, para tapar su cara y ocultar su identidad, apareciendo, una vez más, la tradicional ambigüedad del Carnaval y el cambio de roles sexuales.

El miércoles de ceniza, tenía lugar la imposición de la ceniza, que procedía de los ramos del domingo de Ramos previamente quemados en una hoguera para Todos Santos.

Bibliografía

  • Rubio Martín, Mercedes (2010), ``Los Carnavales de Castejón de Tornos´´. Calamocha, Cuadernos de etnología del baile de San Roque, nº 23, Centro de Estudios del Jiloca