Diferencia entre revisiones de «Gonzalo de Liria, Ricarda»

De Xilocapedia
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Sin resumen de edición
 
(Sin diferencias)

Revisión actual - 20:12 5 sep 2008

En el testamento, Ricarda Gonzalo de Liria también repartió generosamente sus propiedades y riquezas que nosotros vamos a exponer de forma algo detallada con el fin de hacernos idea de la amplitud y características de su hacienda: legó al Asilo de Hermandad de los pobres de Teruel cinco mil pesetas “por una sola vez”; a Rosa Izquierdo Marín la cantidad de mil pesetas y la masía de San Cristóbal y todo lo que en ella hubiese como carros, mulas, aperos de labranza...; A Ramón Gonzalvo Fortea en usufructo por los días de su vida las masías situadas en el término de Formiche denominadas la Loma y Mas del Río y otra en el término de la Puebla de Valverde llamada Pelarda y la casa de Teruel con los muebles que en ella hubiese; a Juan Igual y Garrigós la casa de Alfambra y cuantos bienes le pertenecían en dicha localidad en usufructo vitalicio y que “se fundara en la citada casa un colegio dirigido por las Hermanas Terciarias Franciscanas para la enseñanza gratuita de las niñas pobres de Alfambra destinando todos los demás bienes del termino de dicho pueblo al sostenimiento de esta fundación...”; las acciones de Banco de España a los Padres Franciscanos de Teruel para que acabasen de edificar el Convento y ayuda de su manutención y obligados a decir misas; a sus sobrinas, María Frígola y Alcedo y María Noguera y Aquavera la masía del Chantre sita en los términos de Teruel y Concud en todo que hubiere dentro, etc.

Después de haber repartido gran parte -no hemos mencionado que fue fundadora de una casa de crédito rural bajo la advocación de Ntra. Sra. Del Pilar dotada de 35.000 pesetas- de sus propiedades, en la cláusula novena Ricarda Gonzalo de Liria disponía que “En el remanente de todos mis bienes, derechos y acciones presentes y futuros instituyo por heredera a mi alma y al efecto ordeno que en mi casa de Monreal del Campo y Huerta de San Juan se funde una escuela de artes y oficios donde además se enseñe latín a los que pretenden seguir la carrera eclesiástica. Esta escuela destinada gratuitamente para los niños pobres será dirigida como toda fundación por los Padres Menores Franciscanos y para su sostenimiento se destinarán todos los bienes que poseo en los términos de Monreal del Campo (Teruel), los que no he dispuesto de ellos en Barrachina, Povo de Molina y Puebla de Valverde, excepto la masía Pelarda que lego en usufructo a Ramón Gonzalvo, pero que a su muerte se venderá lo mismo que las otras dos que le dejo y se agregará su importe a la fundación de Teruel o a la de Monreal según el parecer del reverendo Camilo Tomás”.

Además la testadora exigía a los Padres encargados de la fundación de Monreal la “obligación de celebrar todos los años cinco misas rezadas por mi alma y además proporcionar gratuitamente a seis niños pobres de los que asistan a la escuela ropa, alimentos, libros y cualquier otra cosa que necesiten”

La testadora señalaba que “para el cumplimiento de cuanto dejo ordenado en esta mi voluntad y en especial para la fundación consignada en la cláusula anterior concedo a mis albaceas todas las facultades sean necesarias para vender mis bienes, cobrar cantidades, cancelar hipotecas, otorgar documentos y resolver todas las cuestiones e incidentes que puedan presentarse”. Dichos ejecutores del testamento o albaceas fueron: Pascual Serrano y Abad, abogado y vecino de Teruel, Juan de Igual y Garrigós, junto al coalbacea Fray Camilo Tomás (conocido en el siglo con el nombre de José Tomás y Domínguez), estos dos últimos vecinos de Valencia.

Por lo que respecta a los bienes de la Fundación, si exceptuamos los de las localidades de la Puebla de Valverde y Barrachina, solamente en Monreal del Campo poseía cerca de 250 hectáreas, concentrándose en partidas como la Cañada del Pozo, Siete Cabezas, Mayayo, Huesa del Moro o Valdeceladas, cuyas rentas y usufructo percibieron los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Salle a partir de 1915, a quienes se ha dedicado otro capítulo en esta publicación. Pero la finca más importante, de regadío, de más de 80 hectáreas, con mayor productividad y valor económico fue, sin lugar a dudas, la Huerta de San Juan, pegada a la ermita del mismo nombre.

El 13 de noviembre de 1909 en la ciudad de Teruel, ante notario, se procedía, según la voluntad de la testadora, a la fundación de la Escuela de Artes y Oficios, “de acuerdo con los Reverendos Padres Franciscanos… en cumplimiento de tan piadosa y cristiana voluntad”. El objetivo principal de la nueva institución era “Coadyuvar a la moralización e instrucción del pueblo de Monreal, enseñando, además del latín y castellano a los que se propongan seguir la carrera eclesiástica, las artes y oficios prácticos muy en particular los que atañen a la agricultura”.

Más adelante se insistía en el carácter “eminentemente práctico de la enseñanza” e incluso se establecía una especie de plan de estudios: “El dibujo con aplicación a las artes, rudimentos de contabilidad, prácticas de construcción, de cerrajería y carpintería, y muy particularmente el estudio y aplicación de la agricultura de los modernos mecanismos y abonos para el cultivo intenso de las tierras, han de ser el objetivo constante de los profesores”. La presencia y administración de los Franciscanos no llegó a los cinco años ya que en enero de 1914 “ante la imposibilidad material para poder seguir regentando aquella fundación, renunciaron a ella”, por lo que hubo que buscar otra orden que se hiciera cargo de los bienes, de su administración y del Colegio.

De nuevo los albaceas hubieron de buscar sustitutos que dirigiesen el Colegio recién creado y en 1915, con la autorización del arzobispado de Zaragoza del que dependía la parroquia de Monreal del Campo, llegaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Salle que iniciaron su andadura con la explotación de las tierras, gran parte de las cuales arrendaban a los monrealenses, e impartiendo las clases tanto a los niños de la localidad como a otros venidos de fuera que estudiaban para ser miembros de la Orden religiosa en un futuro.

Entre 1915 y 1972 los bienes de la fundación fueron utilizado por el Colegio de la Salle, hasta que se cerró y los hermanos abandonaron la loclaidad.

A finales de años setenta el edificio que sustituyó a la que fue la casa de la fundadora pasó a ser la Sección de Formación Profesional, más tarde convertida en el Instituto de Educación Secundaria “Salvador Victoria” y actualmente Escuela de música y guardería. El Ayuntamiento, por su parte, ya había adquirido a los Hermanos medio patio y la amplia y señorial Casa de las Beltranas para convertirla en Biblioteca y Museo Monográfico del Azafrán. La Huerta de San Juan fue cedida por el Patronato, en varias partes y por etapas -no olvidemos de que tenía más de 80 has.-, para construirse sobre el amplio solar diferentes instalaciones de uso público para los habitantes de Monreal del Campo, como el tan deseado Colegio Público, el pabellón polideportivo, las piscinas públicas, el nuevo Instituto de Secundaria, las piscinas, el nuevo frontón, etc.

Ha sido, pues, en estas dos últimas décadas cuando una parte importante el patrimonio privado de la Fundación Nuestra Señora del Pilar ha pasado al dominio y uso público de los habitantes de Monreal del Campo, razón por la cual el Ayuntamiento le concedió la Cruz de San Salvador en junio de 2005. Con el paso del tiempo los bienes de la Fundación sufrieron una merma, especialmente cuando se empezaron a realizar obras. Así, en 1926 se tiró la casa de la fundadora, que hasta entonces funcionaba como colegio y que debía encontrarse en mal estado, construyéndose una nueva. Para ello los Hermanos de la Salle vendieron parte de las fincas situadas en la Puebla de Valverde y en Barrachina por un importe de ciento veinte mil pesetas que, junto a la ayuda esinteresada de numerosos vecinos, sirvieron para elevar el nuevo edificio del colegio cuyas puertas metálicas conservan aún hoy su nombre.

El 21 de agosto de 1933, durante la Segunda República, tras la promulgación de la Ley de Órdenes y Congregaciones Religiosas, los Hermanos cesaron en el ejercicio de la enseñanza y, por tanto, en la administración de la fundación, “si bien haciendo constar que por tratarse de fuerza mayor se reservaban el derecho de volver a regentar la Fundación, si ello fuera posible”. Por esta razón los albaceas tuvieron que dar una nueva organización al Patronato, lo que llevaron a cabo mediante escritura pública en septiembre ante el notario de Segorbe. Tras el paréntesis de la Guerra Civil, los Hermanos manifestaron su intención de volver a regentar la Fundación y lo solicitaron en 1940 ante la Junta Provincial de Beneficencia, cosa que les fue concedida y, por tanto, regresaron a Monreal del Campo, siguiendo las mismas líneas de actuación anteriores al conflicto.

En 1942 la Fundación fue declarada de carácter benéfico-docente y carácter privado, en la que figuraba como presidente efectivo el Reverendo Padre Provincial de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y como miembros de la Junta, el Inspector Jefe de Primera Enseñanza, Esteban Juderías que era teniente-alcalde de Teruel y el Director de la Escuela de Nuestra Señora del Pilar, que era también otro de los Hermanos.

En los años cincuenta volvió a disminuir el tamaño del patrimonio de la Fundación ya que, mediante subasta pública, se vendieron alrededor de 25 hectáreas de terreno con el fin obtener recursos para la ampliación del Colegio de los Hermanos, debido al aumento considerable de alumnos internos que hubo que albergar.

En 1972 los Hermanos dejaban definitivamente la administración de las propiedades de la Fundación y se marchaban de Monreal del Campo, por lo que hubo de constituirse una nueva Junta del Patronato que administrase los bienes. Estaría dirigida por el cura-párroco de la localidad, el presidente de la Cámara Agraria, el director del Colegio Público y otros representantes de entidades locales.

Bibliografía