Iglesia parroquial de Calamocha

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Iglesia de Calamocha

La iglesia de Calamocha, dedicada a Santa María la Mayor, es un edificio de grandes dimensiones, con tres naves de cinco tramos y con espacio de iglesia-salón. Las tres naves se cubren con bóvedas casi planas de crucería estrellada que apoyan sobre pilares. A pesar de su homogeneidad interior, la iglesia fue construida en dos épocas.

  • La primera se inicia en el año 1548, cuando el Concejo contrata a Sancho Laguarza y Juan de Estela para edificar una nueva iglesia sobre el solar que ocupaba la vieja.
  • La segunda, una ampliación respetando el estilo anterior, es encargada en el año 1737.

Si nos fijamos en el exterior, la Iglesia se aprecia como un solo volumen, de grandes dimensiones y cubierto a dos aguas, donde todos los elementos decorativos se concentran en la principal puerta de acceso. La fachada destaca por su perfil mixtilíneo, muy movido, cobijada íntegramente por un óculo. Una imposta ordena la composición del hastial, a modo de un falso frontón, y bajo ella un gran arco cobijo rebajado engloba la portada, que es de dos cuerpos y muy rica en elementos formales, con pares de columnas adosadas que flanquean el arco de ingreso de medio punto.

Elementos singulares

Plano de la iglesia
  • La torre y sus campanas.
  • La fachada se levantó a mediados del siglo XVIII. En ella, protegida por un arco, se situó la portada a modo del típico esquema de portada-retablo barroco. Se divide en dos cuerpos con tres calles, que en el inferior se separan por columnas compuestas, mientras que el superior despliega toda la exuberancia barroca. La portada se halla presidida por la Virgen.
  • Retablo de Nuestra Señora del Rosario
  • En el siglo XVII se asentaron además dos retablos barrocos: el de San Francisco Javier y el del Cristo, fechado en 1684. Hasta bien entrado el siglo XVIII no se volvieron a realizar obras de interés.
  • Del barroco final conserva también el retablo conocido como de la Virgen del Rosario, cuya imagen central se trajo de Filipinas, y el San Pascual Bailón, en el que se aprecia el empuje hacia el neoclasicismo. Los retablos realizados en el siglo XIX son de desigual valor. El de San Roque se fecha en 1853 y el altar de San Pedro muestra un lienzo fechado en 1879, obra del pintor turolense Salvador Gisbert.

Otros materiales

Bibliografía