Leyenda del antojo de la marquesa (Used)

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En el centro de la localidad de Used se encuentra un gran palacio inacabado labrado en piedra sillar, grande y de buena traza. Mirándolo con más detenimiento observaremos que ya hace décadas fue compartimentado y dividido para servir de vivienda a diversas familias, y que hoy en más de un punto amenaza ruina. Este inesperado palacio es de obra renacentista, sobrio y solemne, labrado en piedra sillar por los buenos canteros que tuvo esta población en los siglos XVI y XVII. Los lienzos murales, ventanas y portones pertenecen a un palacio digno de la villa y corte y no de esta aldea fronteriza, de las antiguas de Aragón, rica en pan pero escasa en lujos y comodidades.

Una leyenda popular dice que yendo de paso por el camino real una dama noble, marquesa o incluso una infanta, tuvo que albergarse en el caserío de Used y fue huésped de un rico lagriego, quizá hidalgo, hasta que sanó de su mal. Esta dama está también presente en la Leyenda de la parada de la laguna de la Zeida, también en la misma localidad.

Parece ser que la enignática y encumbrada dama estaba embarazada y tuvo que reposar por temor a perder al hijo que llevaba en su seno. El generoso lugareño que la hospedó lo hizo en su casa y con el mayor acomodo posible; pero le prometió que la próxima vez que pasase por aquel lugar la albergaría en un notable palacio digno de su persona y linaje. La dama acabó su convalecencia y ya sana emprendió su camino, y el hidalgo cumplió su palabra y trazó este fantástico palacete, digno de estar en la villa y corte. El labriego se empeñó, comenzó el nuevo palacio, pero no tuvo alientos o dinero para acabarlo. Y así ha quedado como emblema de un sueño, de un proyecto inacabado, de una galantería o de una quimera.

Circulan otras teorías que narran que fue la propia dama quien mando hacer el palacio y lo pagó de su propio bolsillo, por un simple antojo, porque tenía que ir a Madrid y pensaba que se pondría de parto por esta zona. Pero abortó poco antes de emprender el viaje y mando paralizar las obras, porque ya no iba a utilizarlas.

Décadas más tarde de su construcción, cuando ya el motivo de ésta estaba olvidado, un viajero curioso que se dirigía a las Indias, Fray Pedro José de las Parras, preguntó por este sorprendente palacio inacabado. Y nos dice este viajero en el año de 1749: "me dijeron que había habido un caballero en aquel lugar que, siendo mozo, heredó el caudal de su padre, que eran cincuenta mil pesos. Fue a Madrid y dibujó en un lienzo el mejor palacio que vio, añadiendo en el diseño muchas ventajas. Condujo consigo los maestros, mandó abrir caleras, levantar carros para el trajín y acarreo; llamó canteros para labrar la piedra, y buscó finalmente todos los aperos necesarios para la fábrica; la cual comenzó con la suntuosidad que se ve, pues es cierto que no he visto muchos palacios de mejores fundamentos; pero comenzó con tan mala idea, que teniendo la obra en este estado, se concluyó el caudal, y se quedó sin él y sin casa.


Bibliografía

  • Fuertes Marcuello, Julián (1991): Used : ayer, hoy y mañana. Used : Ayuntamiento.
  • Serrano Dolader, Alberto (2011): "El antojo de la marquesa", en Heraldo de Aragón, 9 de enero de 2011, p. 14