Linaje de Bernabé

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El castillo de Báguena, origen heroico del linaje de los Bernabé

Durante las guerras que enfrentaron a los reinos de Aragón y Castilla en el siglo XIV, el castillo de Báguena fue cercado por el ejercito castellano, que exigió la rendición incondicional del puesto. El alcaide del castillo, Miguel de Bernabé, se negó en rotundo a la capitulación, resistiendo el empuje de las tropas castellanas, hasta que el fuego arrasó completamente la fortaleza, muriendo el alcaide y los soldados que lo defendían. En las Cortes celebradas en Zaragoza en el año 1372, el rey aragonés reconoció la hazaña de Báguena, agradeciendo al difunto alcaide el gesto de preferir morir abrasado que entregar el castillo, y decidió ennoblecer a todos los hijos de Miguel de Bernabé, ya fueran varones o hembras, permitiendo que el privilegio pudiera ser posteriormente heredado tanto por línea masculina como femenina.

Este privilegio constituyó toda una excepción dentro de la legislación medieval aragonesa. Tradicionalmente sólo los hombres podían transmitir el privilegio nobiliario. Las mujeres eran receptoras de la cualidad, pero ésta se perdía en su persona, ya que no pasaba a sus descendientes. En el caso de los Bernabé, el rey decidió otorgar una gracia extraordinaria, con muy pocos ejemplos similares a lo largo de la historia del reino.

Miguel de Bernabé tenía dos hijos, Miguel y María. Ennoblecer a dos personas no suponía un gran esfuerzo para el rey ni para el Reino, mucho menos en un momento en el que los nombramientos eran habituales para agradecer los esfuerzos bélicos. Pero no pensaron que con el paso de las generaciones, lo que en un primer momento afectaba exclusivamente a dos personas se extendería como una mancha por el sur de Aragón, permitiendo que muchas familias, descendientes directas de Miguel de Bernabé, defendieran sus privilegios nobiliarios frente al fisco real y a las autoridades municipales, negándose a pagar algunos impuestos y a participar en las cargas concejiles.

Además, al permitir que la cualidad nobiliaria fuera heredada por las mujeres, convertía a las féminas de este linaje en esposas perfectas para cualquier miembro acaudalado del estado llano que aspirase a ingresar en el estamento nobiliario. El casamiento con una Bernabé garantizaba que los hijos fueran considerados hidalgos de sangre, y que esta cualidad permaneciera desde ese momento en el nuevo linaje familiar. Las féminas descendientes de los Bernabé se convirtieron desde ese momento en anhelados aspirantes a matrimonios pactados, dando origen a las numerosas ramas que, poco a poco, se extendieron por todo el valle del Jiloca: Gil de Bernabé, Cuber de Bernabé, González de Heredia y Bernabé, Calvo de Bernabé, Gutiérrez de Bernabé, Alpeñés de Bernabé, Lasarte de Bernabé, etc.

En el siglo XVII más de la mitad de los hidalgos que encontramos en la actual comarca del Jiloca estaban entroncados directamente con los Bernabé, y el número no dejaba de crecer. La situación era insostenible para muchos Concejos, pues la presencia de un elevado porcentaje de hidalgos exentos en la localidad les provocaba la disminución de los ingresos fiscales y un aumento de las cargas entre los vecinos pecheros. La Comunidad de Aldeas de Daroca, los municipios y los vecinos pecheros empezaron a protestar, entablando numerosos pleitos con el linaje de los Bernabé, negándose a reconocerlos como nuevos hidalgos. Las disputas se elevaron a la Real Audiencia, buscando la intervención de las autoridades reales.

Archivo:Escudo Bernabé Calamocha.jpg
Armas puras de los Bernabé: un castillo en llamas y, asomándose por la ventana, un brazo armado con las dos llaves que Miguel de Bernabé se negó a entregar a los ejércitos castellanos. Piedra armera de los Valero de Bernabé de Calamocha

En el año 1678, aprovechando la convocatoria de unas nuevas Cortes Aragonesas, el rey decide acabar con la excepcionalidad del privilegio, reconociendo la hidalguía y el derecho a transmitirla a todos los descendientes que estuvieran vivos en dicho año, tanto hombres como mujeres, pero determinando que a partir de ese momento la cualidad nobiliaria sólo podría ser heredada por los varones que nacieran en lo sucesivo. Las Cortes del siglo XVII acabaron con la proliferación del linaje de los Bernabé, que en los tres siglos anteriores se había extendido prácticamente por todos los pueblos del valle del Jiloca.

Actualmente se conservan numerosas piedras armeras que rememoran la hazaña del alcaide, repitiendo habitualmente los mismos motivos: un castillo en llamas y en lo alto, o asomándose por la ventana, un brazo armado del que penden dos llaves, las que Miguel de Bernabé se negó a entregar a los castellanos.


Véase también

Bibliografía