Robert Bibián, Santiago

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Santiago Robert Bibián nace en Santa Eulalia del Campo en 1916, hijo de un mecánico especializado en maquinaria industrial que tuvo diversos destinos por el norte de España, en las primeras décadas del XX. Su padre estaba trabajando en la azucarera cuando nació. El último le llevó a Monzón donde Santiago se hizo su peña de amigos –bautizada con el nombre de Mickey- y empezó su despertar a la vida.

Justo cuando iba a quintarse en Huesca le sorprendió el fatídico golpe del 18 de julio. La revuelta militar y las primeras batallas en el Frente de Aragón, le llevaron a enrolarse en un camión ambulancia que marchó para Siétamo donde recibió su bautismo de fuego.

Pasó a formar parte de la División “Carlos Marx” que él suponía de tendencia socialista, pero cuando lo mandaron a Barcelona por los sucesos de mayo de 1937, decidió cambiar de mando para no tener que luchar nunca contra otros antifascistas. Fue herido de gravedad en la ofensiva sobre Zaragoza en agosto del 37. Más tarde, en transmisiones, participaría en la Batalla del Ebro.

Alcanzó el grado de teniente del Ejército Popular algo que ha tenido siempre como orgullo, más tarde pasaría por el Campo de Concentración de Deusto y por el Servicio de Recuperación de Bilbao, casi sus mejores años de Posguerra, pues, cuando le dejaron marchar a Zaragoza, tutelado por la Brigada Político Social, padecería los tiempos del hambre, chinches y demás calamidades que fue paliando con sus enormes ganas de trabajar, su optimismo y el afecto por los demás que aún marca su paso por la vida.

Volvió a Monzón donde rehizo su vida y levantó una familia a la que sigue entregado el resto de su vida. Su amor por el prójimo le llevó a hacerse donante de sangre y a ocupar varios cargos en esta organización, algo que recuerda con orgullo.

Las cosas que le fueron sucediendo las iba escribiendo en unos cuadernos. Hoy son ya unas memorias magníficas que vieron la luz publicadas por la Editorial PRAMES. Sus páginas cuentan la guerra sin tintes políticos, sin revanchismo, sólo como un soldado que quiso defender la Libertad y un gobierno legalmente constituido.

Robert falleció en Zaragoza el 29 de septiembre de 2008, cumpliendo su última voluntad le compraron el ataúd más barato sobre el que colocaron la bandera republicana y cinco rosas rojas, una por cada nieto.