Monte

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La mayoría de Ayuntamientos de la comarca, especialmente los ubicados en las sierras (Oriche, Pelarda, Fonfría, Santa Cruz…), situadas a los dos lados de los ríos Jiloca, Pancrudo y Huerva disponían de montes comunales, que administraban los municipios. Se trataba, en su mayoría, de partidas donde predominaba la vegetación arbórea y arbustiva como la carrasca (Quercus ilex) y los sabinares pero que podían ser aprovechados, después de un proceso de roturación, para su cultivo y para la producción de cereales.


Formas de explotación

Existían diversos procedimientos para explotar los montes de los municipios

  • Resinación. A través de ella se obtenía resina en los bosques de pinos que en el caso de la comarca del Jiloca eran escasos.
  • Pastoreo. Cada año o de forma trienal los ayuntamientos sacaban a pública subasta el aprovechamiento del monte para el pastoreo. Las potentes asociaciones de ganaderos locales, formadas muchas veces por labradores acomodados, solían quedarse con el monte para alimentar al ganado, preferentemente lanar, mediante el pago de una suma de dinero al Consistorio.
  • Leñas. El aprovechamiento de las leñas bajas del monte era fundamental para la calefacción de los hogares en aquellos inviernos que eran más crudos que los actuales. Los vecinos tenían derecho a poder cortar una determinada cantidad de ramaje para el consumo propio.
  • Caza. En estos casos eran particulares o sociedades de caza quienes acudían a las subastas para la explotación particular de dichos recursos cinegéticos.
  • Roturaciones. Fue la actividad que más importancia tuvo a lo largo del siglo XX ya que los vecinos conseguían ampliar su área de cultivo y aumentar sus ingresos.

Los montes en la Edad Media y Moderna

El proceso desamortizador

Siglo XX

A partir del proceso desamortizador el Estado quedó como único titular de los montes públicos que no fueron enajenados, cuyos recursos eran explotados por los municipios mediante los planes de aprovechamiento forestal que cada provincia publicaba anualmente en el Boletín Oficial. Este hecho limitaba la autonomía local de gestión de dichos bienes por parte de los Consistorios racionalizando y reglamentando su aprovechamiento y disfrute además de evitar los posibles excesos que pudieran cometer los vecinos.

Los Consistorios obtenían ciertos recursos económicos que iban a engrosar las extenuadas haciendas municipales menos un tanto por ciento (el 10% de propios y el 20% de comunes) que debían ingresar en la Diputación Provincial.


Bibliografía

  • García Cañada, Ricardo (1920): "El problema hidrológico-forestal en la cuenca del río Jiloca", en Las inundaciones y la repoblación forestal en España, Madrid, p. 238-279. [Descargar texto]