Tenencia

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Las conquistas efectuadas a partir de la toma de Zaragoza han multiplicado por cuatro la superficie del viejo reino. La organización del territorio recién conquistado bajo la fórmula de tenencias permite una rápida integración de los primeros asentamientos de colonos en el conjunto del reino, garantizando sobre todo el aspecto defensivo. La consolidación, sin embargo, se llevará a efecto incrementando la llegada de colonos mediante asignación de tierras y concesión de fueros o cartas de población.

El Rey, como señor del nuevo territorio conquistado, puede entregar una parte del territorio "en honor" o tenencia a uno de sus vasallos, con funciones prioritariamente defensivas y, en algún caso, también administrativas. A cambio, el Rey le retribuirá sus servicios de acuerdo con el nivel de responsabilidad y del apoyo que debe prestarle . La creación de las tenencias, parece seguir pautas territoriales existentes en la anterior administración, de acuerdo con la importancia económica o estratégica del lugar y, con frecuencia, un mismo señor puede ostentar a la vez varias tenencias. Los Señores o Tenentes en esta época constituyen la espina dorsal del ejército y de la defensa del territorio, llegando algunos de ellos a adquirir mucho poder con pretensiones de convertir en hereditarios los señoríos temporales que el Rey les ha concedido.

Tras la conquista de Zaragoza, El Batallador concede la tenencia de esta ciudad al Vizconde Gastón de Bearne, consejero Real y hombre de gran peso entre la nobleza. Al sur del Ebro, las tenencias más importantes en este periodo serán Soria, Calatayud, Daroca y Belchite, con algunas subdivisiones más o menos duraderas, lo que confirma la analogía defensiva establecida en torno a Zaragoza, respecto de la extremadura castellana.

Belchite constituyó durante el siglo XII uno de los bastiones defensivos más importantes del reino, al menos en la primera mitad de ese siglo. Su posición estratégica, situado apenas a una jornada hacia el sur de Zaragoza, permitía controlar los accesos desde levante, bien fuera por la vía de Alcañiz y Morella, o por la vía del Mijares. Su área de influencia se extendía hacia el suroeste, con puntos de apoyo y control en los castillos de Huesa y Cutanda . La tenencia de Belchite se asignó en primer lugar a Galindo Sánchez, en diciembre de 1119, según se cita en el fuero. A su muerte, le sustituye Lope Sanz a partir de 1126, según Ubieto. La tenencia de Soria comprende la mayor parte de la actual provincia, en torno al alto Duero. Almazán será reconquistado en 1128. Nombrará tenente en Soria a Eneco López, que aparece ya en los documentos a partir de 1120 , será sustituido por Fortún López a partir de 1127. Calatayud era el centro de un extenso término en la confluencia del Jalón con el Jiloca y con el Ribota, cuyos confines tocaban a Soria, Medinaceli y Molina y que comprende más de un centenar de aldeas. La ocupación de este territorio permitió la explotación de un sector importante en el centro de la cordillera Ibérica, dominando importantes pasos con la meseta. Tras su conquista en 1120, la tenencia de Calatayud aparece encomendada ya en 1121 a Jimeno Sánchez (sep de 1125).

A partir de marzo de 1125, aparece la tenencia de Maluenda en el bajo Jiloca, con Juan Diaz al frente. Queda, por tanto, separada de la tenencia de Calatayud. El dicho Juan Díaz la ostentará hasta mayo de 1154.

La tenencia de Daroca, aparece ya desde 1122 a favor de Fortún Garcés Cajal, quien la ostentará hasta su muerte. El territorio asignado limita con los confines de Calatayud, Molina, Albarracín y Belchite. Comprende, pues todo el valle del Jiloca hasta los confines de la llanura del Jiloca en Cella.

En 1128, parece haber un cierto impulso de las actuaciones colonizadoras, se han repartido por todo el valle del Ebro unos quince mil mozárabes traídos de la expedición a Granada, quizá algunos efectivos se asientan en el Jalón y Jiloca. Parece que ello motiva una nueva reorganización de las tenencias. En este año se citan por primera vez las tenencias de Cutanda y Cella, ésta recién poblada, que se separan de Belchite y de Daroca, respectivamente, siendo encomendadas a Ato Orella, señor en Ricla, que ostenta también la tenencia de Fuentes de Ebro y otros muchos lugares.

Monreal del Campo, hasta entonces bajo la tenencia de Daroca, se cita por primera vez como tenencia en mayo de 1128, a nombre del vizconde Gastón de Bearn, hombre de gran peso político que mantiene a la vez las tenencias de Zaragoza y Uncastillo. Tras la muerte de Gastón en una expedición a levante, la tenencia de Monreal pasa en 1131 a poder de Lope Iñiguez. En 1134, Monreal vuelve de nuevo bajo la tenencia de Daroca con Lope Cajal.

Como consecuencia de la derrota de Fraga, y muerte de Lope Cajal, parece perderse todo el territorio que comprende la actual provincia de Teruel, incluido el valle del Jiloca, hasta Daroca, lo que hace suponer que Monreal cae en poder de los musulmanes, puesto que ya no se vuelve a hablar de Monreal hasta la segunda mitad del siglo XII.

En Daroca, sin embargo, en 1136 aparece nuevo tenente y Cutanda, en octubre de 1138, estaba en poder de los cristianos lo que permite suponer que el arco defensivo Daroca-Cutanda-Belchite había mantenido la resistencia frente a la reacción almorávide.