Fundación de Daroca

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Ubicada en el centro del valle del río Jiloca, eje longitudinal de las sierras Ibéricas, el único río que parte el sistema ibérico en sentido norte-sur, la ciudad Daroca fue fundada en las postrimerías del siglo VIII por árabes del Yemen que aportaron a estas tierras la religión del Islam y la cultura del cultivo de regadío. Siglos antes, en el angosto barranco que hoy ocupa la calle Mayor, hubo un poblado celtíbero.

Muy pronto, ya en el siglo IX, se convirtió en una de las medinas más importantes de la Marca Superior de al-Andalus. Por su posición central y su ubicación en una encrucijada de caminos, fue sede de los gobernadores militares que se sucedieron en el linaje de los tuyibíes, y cuna de una escuela coránica donde se formaron intelectuales de enorme prestigio. El cronista musulmán Abu ‘Abd Allah Yaqut dijo de Daroca que Llevan la nisba (nombre de procedencia geográfica) con referencia a ella un gran número de personajes ilustres. Desde esta ciudad se vertebraron las sierras Ibéricas centrales y sus valles y se conformó un centro político y comercial durante la época musulmana: Es una ciudad pequeña pero muy poblada, con abundancia de jardines y viñas; todo allí es abundante y barato, escribió al-Himyari.

El Cid, a fines del siglo XI, la sometió a parias, y allí estuvo el Campeador durante varios meses curándose de una larga enfermedad. Los musulmanes levantaron la nueva medina de Daroca al abrigo de una poderosa fortaleza, aprovechando una suave y soleada ladera, que aterrazaron adaptando el urbanismo al relieve existente y orientando las casas hacia el sur para un óptimo uso de los rayos del sol invernal. Pero la fundación tuvo tanto éxito que a lo largo del siglo XI las casas llenaron toda la ladera y se desbordaron por el fondo del barranco.