Villacadima

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Torreón de Villacadima

El despoblado de Villacadima es uno de los mejor conocidos y más estudiados de todos los que se sitúan en la Comarca del Jiloca, Emilio Benedicto realizó ya un interesante estudió sobre él en la Historia de Monreal publicada en el año 2006. Villacadima se encontraría situado al noroeste de Monreal del Campo en la partida del mismo nombre, extendiéndose por el término de Torrijo del Campo donde también existe una zona con la misma denominación.

El nombre de la aldea parece derivar de las palabras Villa o Villar, muy extendido durante toda la reconquista, y de la voz árabe "qdima" que significa antigua, es decir Villa antigua; por lo que parece que se trataría de una pequeña villa musulmana que sería conquistada tras la Batalla de Cutanda en 1120 . Andrés Valero recoge incluso la teoría expresada por Ortega y Rubio en su Historia de España, de que la Carae romana podría situarse en Villacadima, con lo que la antigüedad de la villa sería todavía mayor.

El geógrafo almeriense Al´Udrí escribiría en el s. X que en el camino de Córdoba a Zaragoza se encontraban los asentamientos de Teruel, Garad´s, Calamocha, Daroca, Alfamén y Zaragoza ; algunas teorías indican que este lugar situado entre Tirwal (Teruel) y Qalamusha (Calamocha) podría corresponderse con la ciudad de Galwada, igualmente mencionada por el geógrafo andalusí, y de la cual dice que se encuentra incluida en el Iqlim o comarca de Zaydum, cerca de la que nace el río Jiloca; por lo que esta ciudad se situaría en las cercanías de Monreal del Campo que sería fundada en 1124, pudiendo por lo tanto identificarse con Villacadima, cuyo nombre derivaría de la denominación como la villa antigua frente a la villa nueva de Monreal. Según esta idea el nombre de Garad´s provendría de la cercana ciudad de la Caridad, la Carae romana de donde derivaría a la Gards árabe y la Caridad en romance . Esta teoría es muy interesante pero no podemos asegurar a ciencia cierta que Gard´s se situé en el valle del Jiloca, ya que aunque la vía natural entre Teruel y Zaragoza es el Jiloca siguiendo la antigua calzada romana, algunos autores afirman que en el s. XI el camino se desviaría por la cuenca del Alfambra, por Rillo, Portalrubio a Cutanda desde donde enlazaría con Calamocha ; por lo que Garad´s debería ubicarse en este territorio y no en el valle del Jiloca, detalle por el que Antonio Gargallo situaría el lugar en El Grado, término de Alfambra. Galwada sin embargo si se situaría en el Jiloca puesto que Al´Udri dice que: “en este distrito (Zaydum), por la ciudad de Galwada, nace el río Jiloca (Saluca), que sigue su curso hasta desembocar en el río Jalón (Salun)” , y podría por lo tanto corresponderse con Villacadima situado en las cercanías del nacimiento del Jiloca.

La primera noticia segura que tenemos sobre este asentamiento es de 1175 momento en el que Villacadima sería un lugar de señorío jurisdiccional que pertenecería al Arzobispado de Zaragoza, el cual poseería todos los bienes del lugar, ese año el obispo, Pedro, entregaría la aldea a la Mensa Capitular de la Iglesia de San Salvador de Zaragoza y según nos dice Julián Ortega ese mismo año el obispo Pedro Torroja entregaría “el molinar que está en Villacadima para que construyas allí molinos” a un tal Sancho de Alquezar, seguramente un elemento de la baja nobleza o un gran propietario asentado en Daroca, al que un año más tarde se le entregaría la aldea de forma vitalicia, como heredad propia se le entregaba un quiñón de tierra, parte de la serna, que era la tierras que se reservaba el señor, y el campo donde se situaban los molinos; a cambio el dicho Sancho Alquezar se debía encargar de poblarla, de que produjera y de entregarle la mitad de las rentas a la iglesia del Salvador. En 1187 Sancho Alquezar devolvía al obispado todas las heredades que poseía en Villacadima.

Posteriormente en 1191, se encontraría en manos del rey Alfonso II que a cambió le había entregado al Obispado la villa de Fuentes de Ebro, aunque éste se reservaría la propiedad de los molinos, propiedad que le sería confirmada por el monarca en 1193; en 1995 el monarca le devolvería Villacadima al Obispado. Siete años más tarde en 1202 el cabildo de La Seo se la vendería a Álvaro de Azlor por un precio de 1.500 sueldos. Un siglo después la Comunidad de Aldeas de Daroca compraría Villacadima a su propietario impulsada por el monarca, en 1311 Jaime II ordenaba a la Comunidad de Aldeas de Daroca que compre la población para que la integrará en su territorio, “si el precio y la utilidad le convenía” . Es probable que Villacadima quedara despoblada con anterioridad a 1373, puesto que no aparece en el moravedí de ese año, aunque no podemos afirmarlo con total certeza, ya que en ocasiones algunas aldeas no aparecen en el moravedí, seguramente debido a exenciones fiscales. Pero ciertamente en esa época la zona de las aldeas de Daroca se vería fuertemente afectada por la peste y por la guerra con Castilla, y estos factores, entre otros, pudieron ser los causantes de su desaparición; no debemos olvidar que Villacadima se encontraba situada relativamente cerca de la frontera con Castilla.

En 1403 Doña Toda Ximénez de Vegayr, habitante en Zaragoza, en su testamento cedería al monasterio de frailes menores de Daroca los derechos que le pertenecían en Villacadima . La cesión no nos aclara si el lugar estaba ya despoblado en esa fecha, pero parece curioso que la testamentaria no cediera un bien concreto sino los derechos que poseía en Villacadima. Tampoco sabemos con seguridad en que momento sería vendida de nuevo, volviendo a convertirse de nuevo en un lugar de señorío; pero lo que si sabemos es que el terreno de la desaparecida Villacadima acabo en manos de la familia Catalán de Ocón. Según Gascón y Guimbao, en el año 1466 “por Real Cédula de esta fecha se confirma en el señorío de Villacadima a los Catalán de Ocón” , que por lo que al menos desde comienzos del siglo XVI tenían incluida Villacadima en el mayorazgo familiar. La propiedad familiar según una descripción del año 1667 consistía en: “una dehesa llamada Villacadima con su torre, ermita, pajares, y era y casas, con todas sus labores, prados, alamedas, yermos y río por medio, todo contiguo y anexo, que confronta con término de Torrijo y camino de Bañón, que será de sembraduría lo labrado y rompido trescientas y veinticinco anegas de sembraduría, y prados que serán más tierra que lo rompido, y para pastorear ganado en dicha dehesa de tierra blanca será de circuito una legua”.

La incorporación al término municipal de Monreal debió ser pactada entre los propietarios de las tierras y el Ayuntamiento de Monreal, reservándose el propietario algunos privilegios de origen señorial sobre hierbas, caza o pesca. Además el propietario recaudaría directamente los diezmos sin necesidad de entregárselos a la Iglesia. Esta situación excepcional causó algunos problemas en el s. XVI, en el año 1550 los jueces de Monreal pretenderían prender a una mujer que residía en Villacadima a lo que el guarda se negaría alegando que estaban dentro de la jurisdicción de la dehesa y que no podían detenerla sin el consentimiento del señor de Villacadima. En los años 1560 y 1564 los propietarios de Villacadima y el Concejo de Monreal del Campo firmaron varia capitulaciones, mediante las que se le reconocían ciertos derechos sobre caza, pesca y pastos y sobre los diezmos a los propietarios, pero se aclaraba que las personas que residieran en ese lugar serían vecinos de Monreal, sin diferencia jurisdiccional con el resto de habitantes . La pardina permanecería en manos de la familia Catalán de Ocón hasta que en 1879 cuando pasó a manos de los Mateo Gilbert y sus herederos los Mateo de Bernabé.

Pero en el s. XVII Antonio Ponz en su obra Viaje por España decía que desde Cella continuando hacia Daroca “se encuentran en la ribera los pueblos de Monreal, Villacadima, Camin Real,…” , diferenciando Villacadima de Monreal como si la considerara una entidad independiente, pese a todos los acuerdos y aclaraciones realizadas parece que en el imaginario colectivo todavía permaneciera la idea de que el Villacadima seguía siendo un núcleo de población independiente. En la actualidad en la zona todavía se pueden observar restos de varias edificaciones, almacenes, viviendas, corrales, etc., y entre ellos destaca la ermita de Nuestra Señora de los Dolores o del Diablo, conocida así porque en ella había una imagen de San Miguel luchando con el demonio que en la actualidad se guarda en casa de los Mateo Gilber, y que seguramente se construiría sobre la antigua parroquial del lugar .


Véase además

Bibliografía

  • Rubio Martín, M. (2012): Despoblados y pardinas medievales en la comarca del Jiloca. Inédito.