Castillo de Daroca

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Restos del castillo a comienzos del siglo XX
Castillo Mayor de Daroca en la actualidad

El castillo forma parte del extenso recinto amurallado de Daroca. Durante la época musulmana ya existía esta fortificación en Daroca, cuyos maltrechos y modernizados restos se confunden con las rojizas tierras del erosionado cerro que domina el distrito de la colegiata, acogido a su vertiente meridional. Es posible que su recinto alto, que bordea una meseta de laderas muy escarpadas, proceda de la época musulmana, pero está muy alterado. Es de tapial y piedras, de planta ovalada, de unos 80 por 30 metros, y su elemento más destacado es una desmochada torre rectangular, de argamasa y mampostería, situada al borde de la meseta, que tiene la particularidad de su base en talud; su puerta es de arco apuntado. A su lado, gran parte de la meseta está ocupada por los paredones de un edificio de planta rectangular muy alargada, al parecer de tiempos modernos. Alrededor de esta meseta peñascosa, y a más bajo nivel, hay otro recinto de murallas mucho más extenso, de unos 250 por 80 metros, también de planta ovalada. Este muro se adapta también a las irregularidades de las rocas y aparece modernizado con las aspilleras para la fusilería que mandó practicar el general Oraá en 1837 al reparar el castillo, el cual había sido desmantelado en 1707 por orden de Felipe V. El largo rebellín dirigido hacia el norte debe ser de su tiempo, pues no aparece en el citado grabado en 1668. Es posible, que una parte de la base del muro general y la disposición general del recinto procedan de la primitiva «fuerza» que mencionó Zurita, es decir, el recinto bajo de la fortaleza, siendo así, por sus dimensiones, una de las más extensas del Reino. En el estado actual, es prácticamente imposible identificar las obras que mandó realizar Pedro IV en 1344 y en 1373, documentadas por Campillo y referidas, en la última fecha, a una subasta por 10.000 sueldos para obras en la fortaleza.

Una galería subterránea que conduce a un manantial de agua tiene su leyenda llamada de «la morica encantada», atribuida a la esposa del último gobernador musulmán de Daroca.

Los tenentes eran, ante todo, unos jefes militares. Para la fortaleza de Daroca, se cita entre los años 1124 y 1134 a Fortún Garcés Cajal, un soldado que había defendido la frontera con Castilla en la Rioja, y que será desplazado posteriormente al valle del Jiloca. Desde 1134 hasta 1169 el cargo de alcaide de Daroca recaerá en Sancho Enecones, quien consiguió organizar un sistema defensivo de gran efectividad .

Bibliografía