Ciencias ocultas

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En el valle del Jiloca se han desarrollado numerosas culturas y civilizaciones. Ellas han dejado como testimonio de su paso por el paisaje abundantes restos arqueológicos, históricos y artísticos. Pero, ¿tan sólo han quedado restos de cultura material? ¿Y sus cuentos, leyendas, mitos, ritos, creencias, los nombres de las montañas, cuevas y ríos, dónde han ido? Cuando una cultura desaparece, ¿todo se va con ella?

Todo se adapta, se modifica, se superpone o, si es necesario, desaparece y se vuelve a inventar. La tradición es la adaptación continua, un proceso con el que nos identificamos, siempre cambiante y por eso sobreviviente. Los hombres, desde una perspectiva antropológica, con indiferencia de la época o religión, tienen las mismas necesidades, deseos, miedos y alegrías. Necesitan de lo oculto y mágico. Así las fiestas, los lugares religiosos, los ritos o los cuentos perviven y sus protagonistas repiten comportamientos, eso sí, con las adaptaciones o invenciones necesarias para que sean creíbles. Individuo, familia, grupo, clan… tienen los mismos comportamientos ante las mismas situaciones.

Desligado culturalmente del territorio, aunque vinculado a Monreal del Campo por fuertes raices familiares e historicas, hay que destacar al Padre Pilón, jesuita y estudioso de lo paranormal que colaboró con frecuencia con las Fuerzas de Seguridad del Estado, en la búsqueda de personas desaparecidas o secuestros por grupos terroristas, mediante la práctica de la teleradiestesia. Entre sus investigaciones mas famosas se encuentran: El palacio de Linares y Las caras de Bélmez.


Las culturas antiguas. Los lobos

Los celtíberos relacionaban el lobo con la muerte, con el inframundo. El cazar siempre con el sol, la luz, a las espaldas hizo crear una auténtica leyenda negra de la cuál todos conocemos cuentos y vivencias destacables. Es conocido en todo el territorio la presencia de lobos que asaltan a viajeros que salvaban su vida gracias a las campanillas que sus caballerías llevaban. Los señores del “otro lado”, los que despiertan y te llevan “dentro de sus tripas” y asustan a los niños, son nuestro trasunto hispano de los cuentos centroeuropeos que hacen del oso el alter ego del lobo. Así como despierta el plantígrado así renace la naturaleza. Es en el fondo un termómetro biológico. Vuelve el animal de debajo de la tierra, la cueva, y anuncia la primavera.

En Bañón se aparecieron los lobos a unas mujeres que regresaban al pueblo. Misteriosamente al llegar junto a un peirón, los animales se retiraron. El territorio sagrado de la localidad quedaba así defendido por estas murallas espirituales.


Tiempos de moros. Protección de las aguas

El agua es sinónimo de vida en todas las culturas. Con independencia del origen geográfico o histórico de las construcciones o de los acontecimientos y ritos que se realizan entorno al agua, cuando indagamos popularmente sobre su origen, la respuesta es similar: “esto es de tiempos de los moros”.

Los ríos, las fuentes, los pozos han sido creadores o inspiradores de relatos y ritos mágicos. El conocido acueducto entre Gea de Albarracín y Cella, en origen romano, fue atribuido a los moros, como tiempo mítico en el que se construían cosas maravillosas o inexplicables. Cella no tenía agua, pero sí una princesa bella. El señor de Albarracín estaba enamorado de ella y pudo obtener su mano una vez llevadas las aguas a Cella merced a este canal. En este caso diversos testimonios orales y literarios ponen, en ocasiones, a los protagonistas de estas historias como pertenecientes a la religión del profeta Mahoma. Otros relatos nos indican que unos eran cristianos y otros islámicos, y finalmente, también los hay que nos hablan de la hija del Señor de los Cabellos, o del hijo de Abumeruan ( por la parte de Albarracín) y Zaida ( por la parte de Cella).

Muchas son fuentes sagradas, santas, lugares de lo mágico e indudablemente al parecer de las gentes del lugar, sus aguas curan y saben mejor. Basten como ejemplos la Fuen Santa de Cella o los nombres de Fombuena (Campo de Daroca) o Fonfría y Fuentes Claras (Comarca del Jiloca). Pero a veces el agua se convierte en lugar de castigo o se relaciona con lo maligno, como sucede en las leyendas de Monreal del Campo, Daroca y Cella:

La ermita de la Virgen del Rosario, en el topónimo evidente de Entrambasaguas, en Luco de Jiloca, se localiza en la confluencia de los ríos Jiloca y Pancrudo, junto a un despoblado celtíbero y otro medieval. Algo similar encontramos en Used, cuando se subía al mirador de la iglesia de San Pedro y San Pablo, el esconjuradero, y desde allí el cura y monaguillos se encargaban de romper esas tormentas y mandarlas hacia Báguena. No es extraño. También conocemos casos de brujos condenados en Castilla por mandar las tormentas hacia la laguna de Gallocanta, según cuenta Alberto Serrano.

Cristianización. Toros y fuego

La Edad Media, cristiana, mora y judía realizaría el mismo papel en la sociedad y su forma de manifestar la religiosidad. Adaptando, modificando, aunando o creando ex novo. Fue un período éste en el que los viajes a lugares sagrados se impusieron en la cultura. La Meca, Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela fueron lugares de claro componente religioso, vinculados a una creencia, localizados en lugares que anteriormente ya poseían cultos antiguos. Las leyendas de moros, el tiempo remoto y mágico de nuestros relatos orales, son todavía numerosas. Son muy interesantes en este punto las vinculadas a moras encantadas en cuevas, en ríos y fuentes o aparecidas en noches de luna llena o de San Juan.

El cristianismo sería el camino final que, con modificaciones y adaptando en ese recorrido todo lo anterior, pertrecharía un conjunto de creencias y religiosidades populares que llegarían hasta nuestros días. La protección del individuo organizada entorno a ritos como el bautizo, la comunión, la boda o la extremaunción se combinaba con los rituales anuales en los que la Navidad, el carnaval y Semana Santa o las diversas fiestas locales, iban haciendo su aparición. Pero como hemos descrito brevemente no se llegaba a este punto puro e inmaculado. El camino y su polvo habían impregnado a las gentes, sus costumbres y creencias. Junto a las prácticas oficiales, un conjunto de tradiciones no establecidas, convivían. Así surgieron, entre otros, los Mayos en la sierra de Albarracín, rituales taurobólicos para el verano y de fuego para San Antón o por San Juan.

Tiempos de magia. Las brujas

Si hay unos personajes que nos vinculan con el pasado, cuando menos medieval, esas son las damas de la escoba. Las brujas y sus relatos son conocidos a lo largo de todo el Sistema Ibérico, desde Tarazona y Trasmoz hasta Jabaloyas pasando por Daroca, Calamocha, Bañón los relatos literarios, las leyendas orales, toponimias y los testimonios históricos de los archivos son abundantes.

Las brujas, mujeres estigmatizadas socialmente, eran los chivos expiatorios de diversos problemas sociales y personales. La brujería, como pacto con el diablo y participante en sus aquelarres, era el delito-excusa para juzgarlas y ejecutarlas. Eran el enemigo, lo oscuro y desconocido... el otro lado. Son mujeres algo estrafalarias, con comportamientos extraños. Como tienen poder y conocimientos, también curan. De ahí viene su fama de curanderas y hierberas. Por la misma razón, te pueden aojar, echar el mal de ojo, y toda tu fortuna, la Fortuna, te abandona. La bruja curandera tendrá más seguidores, para bien o para mal, frente a las brujas que se convierten en animales.

Mujeres, sabiduría oculta, conocimiento, poder, pactos con el mal, el otro lado… a lo largo del tiempo toda esta, nunca mejor dicho, parafernalia, ha ido dejando relatos, objetos, lugares, dichos y tradiciones. La protección de las brujas usaba a menudo de sus mismas armas. Los tratados contra la denominada, por el poder oficial y eclesiástico, superstición y hechicería, daban la visión culta de los remedios contra ellas. Con independencia de obras de carácter general, en nuestro territorio destacan los estudios coetáneos del Maestro Pedro Ciruelo, vinculado a Daroca, quien escribió un tratado sobre el tema.

La población más humilde usaba remedios más simples. Vayan por delante algunos de ellos: la ruda puesta en la entrada de la casa, la escoba detrás de la puerta, los ramos del domingo de Ramos, motivos hexapétalos, cruces en los vanos, amuletos propiciatorios de la buena suerte como herraduras, motivos religiosos, lagartos o animales fundidos en los llamadores de las puertas abundantes en Albarracín… Todos eran usados tanto para la protección individual como para la colectiva.

Sujetos de leyendas o chivos expiatorios de diversos problemas perseguidos por la Inquisición, en el valle del Jiloca podemos encontramos algunos ejemplos de brujos, nigromantes y adivinos:

Bibliografía

  • Chueca Yus, Vicente M. (2008): Las creencias en los paisajes de la Celtiberia. Daroca, Adir Iberkeltia. [Texto completo]
  • Edo Hernández, Pilar y Simón Zorraquino, José Luis (2009): "La tronada de la tía Montona. Leyenda de una “bruja” de Bañón (Teruel)", en Cuadernos de Etnología, nº 22, p. 25-42 [Texto completo]
  • Serrano Dolader, Alberto (2010): "Catalina, la bruja de Manchones", en Heraldo de Aragón, 10/1/2010.
  • Serrano Dolader, Alberto (2014): Huellas y conjuros por tierras zaragozanas de Daroca y Gallocanta. Zaragoza, Diputación Provincial.