Heráldica

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Piedra armeras de la familia Gonzalo de Liria (Burbáguena), a las que se añadió la leyenda “c.p. año 1196”. Posiblemente sean unas abreviaturas de “con privilegio"
El escudo de la familia Vicente Espejo es uno de las piedras armeras más hermosas de la comarca del Jiloca. A su complejidad heráldica, con elementos identificativos de las familias Vicente, Dolz de Espejo, Bernabé y Munio, hay que añadir sus delicadas borduras, la enmarcación y su inclusión en un templete semicircular
Escudo del arzobispo J. Lario Lancis, en Torrecilla del Rebollar


La heráldica es la ciencia y arte auxiliar de la Historia que estudia la composición y significado de los escudos de armas o blasones.

Surge en el siglo XII para identificar al guerrero cubierto por armadura, así como al individuo como perteneciente a un determinado bando en la batalla, pero a partir de allí extendió su ámbito para abarcar la identificación de personas, corporaciones, entidades políticas y otras, encontrándose en la actualidad muy cercana a la cultura de comunicación visual (diseño de marcas, logotipos, etc...)

Partiendo de los escudos heráldicos que se conservan en el valle del Jiloca, podemos clasificarlos en diferentes tipologías según sean las entidades por ellos representadas. La clasificación primera y más general que debe hacerse bajo este concepto consiste en distinguirlos de dos clases: simples y compuestos.

  • los simples, que representan un solo linaje o persona, manteniendo los escudos originales.
  • los compuestos, que llevan la representación de varias personas, linajes o entidades, combinadas entre sí, mezcladas o unidas, permitiendo evolucionar a las primitivas armas.

Es más interesante distinguir los escudos heráldicos en función de la categoría de las personas físicas o morales significadas, lo que nos permite clasificar los escudos jilocanos en los siguientes grupos:

  1. escudo real, simbolizando soberanía o jurisdicción, propios de los reyes.
  2. escudo municipal, propios de pueblos y ciudades
  3. escudo de dignidad, representando a una única persona, normalmente un alto cargo político o eclesiástico.
  4. escudo familiar, que son hereditarios dentro de las familias.

Escudos reales

No se colocaron muchas armas reales en el valle del Jiloca, pues la participación directa de la Corona en este territorio fue muy escasa, destacando sobre todo:

Sin embargo, si que encontramos la Corona Real en prácticamente todos los timbres de los escudos municipales, pues todo el valle del Jiloca, con muy pocas excepciones, era tierra de realengo, en donde la Justicia era administrada en nombre del Rey.

Escudos municipales

Destaca sobre todo el Escudo de la Comunidad de Aldeas de Daroca, una mancomunidad de municipios que agrupó a casi todas las localidades del Corregimiento de Daroca.

A nivel municipal, no fueron muchas las localidades que utilizaron escudos con anterioridad al siglo XIX, pues sólo podían hacerlo las ciudades y villas, con lo que quedaban fuera todas las aldeas del valle del Jiloca. Aquellos municipios con derecho a usar armas solían colocarlas en la fachada de las Casas Consistoriales, en los edificios propios y en aquellos retablos o capillas sufragados por el Concejo. Los escudos municipales más antiguos que se conocen son:

  • Calatayud
  • Daroca, labrado en la clave del arco de la Puerta Alta, en la Fuente de los Veinte Caños y en la fachada del grupo escolar.
  • Burbáguena, en la fachada de la Casa Consistorial y, con diversos esmaltes, en las capillas de la Iglesia Parroquial.
  • Calamocha, estaban talladas en mármol blanco en la antigua Casa Consistorial. Cuando se rehizo el edificio fueron talladas de nuevo en piedra.
  • Cutanda, conservadas en la fachada de la antigua ermita de San Vicente y en un antiguo sello en la Iglesia Parroquial.
  • Monreal del Campo, en la torre del castillo.
  • Torrecilla del Rebollar, labrado en la Casa Consistorial.

En el siglo XIX empezaron a aparecer algunas marcas municipales, realizadas sobre todo en tinta, para marcar e identificar los escritos y documentos elaborados en los Ayuntamientos.

Tendremos que esperar a las últimas décadas del siglo XX y a la promulgación del estatuto de autonomía de Aragón, para que las competencias en heráldica municipal sean transferidas a la Diputación General de Aragón, quien aprobó desde entonces numerosos escudos y banderas municipales:

Alto Jiloca - Comunidades de Teruel y Albarracín: Cella, Santa Eulalia del Campo, Torrelacárcel, Villarquemado

Comarca del Jiloca: Báguena, Blancas, Barrachina, Bello, Bueña, Caminreal, Fuentes Claras, Loscos, Mezquita de Loscos, Monforte de Moyuela, Nogueras, Odón, Ojos Negros, Peracense, Santa Cruz de Nogueras, Singra, Torrijo del Campo y Villafranca del Campo

Campo de Daroca: Alarba, Aldehuela de Liestos, Anento, Atea, Balconchán, Cerveruela, Cubel, Herrera de los Navarros, Manchones, Murero, Nombrevilla, Retascón, Used, Valdehorna, Val de San Martín, Villanueva de Jiloca y Villar de los Navarros

Bajo Jiloca - Comunidad de Calatayud: Alarba, Maluenda, Montón, Morata de Jiloca, Paracuellos de Jiloca, Velilla de Jiloca y Villafeliche

Escudos de dignidad

Podemos encontrar escudos relacionados con el estamento eclesiástico, caracterizados por la presencia de querubines sujetando cordones con las típicas borlas eclesiásticas. En estos casos, los escudos fueron siempre individuales, reflejando exclusivamente a la persona que los mandaron tallar. Nunca simbolizan el linaje. Al tratarse de personas con votos de castidad no podían ser el origen de una piedra armera que fuera heredada por sus descendientes directos. Aunque, esto no impidió que en el escudo eclesiástico aparecieran elementos conmemorativos de sus familias, o que incluso fueran posteriormente utilizados por sus sobrinos y descendientes indirectos.

Destaca sobre todo los escudos de

Escudos familiares

Son los más numerosos. Todas las familias hidalgas poseían piedras armeras talladas en las portadas de sus casas, pues los escudos constituían el principal símbolo de su distinción y preeminencia social. La legislación foral aragonesa prohibía la colocación de escudos a los miembros del estamento plebeyo, por lo que su uso ya marcaba claramente la distinción social. Las casas con escudo nobiliario poseían cierta honorabilidad innata, pero, al mismo tiempo, se constituían en pequeños reductos independientes en donde se aplicaban con exclusividad los privilegios estamentales: quedaban libres de las requisiciones militares, no acogían a los soldados en tránsito, no pagaban impuestos locales y estaban exentas de todas las cargas municipales.

Las formas de las piedras armeras podían ser muy variadas. Encontramos desde ejemplos muy sencillos, sin timbrar y con apenas decoración (piedra de la casa de las Primicias de Bello), hasta complejas realizaciones cuarteladas, enmarcadas en templetes y rodeadas con lambrequines, tenantes, cabezas, etc. Lo más habitual era encontrar un yelmo de infanzón timbrando las armas, distinguiendo a estos escudos nobiliarios de otros, sin timbrar, pertenecientes a los Ayuntamientos y Comunidades.

El escudo era el símbolo más público e identificativo de la Casa Solariega, otorgando honorabilidad y antigüedad a la vivienda. Estas cualidades venían reflejadas, sobre todo, por el linaje, tallado en la parte central y principal del escudo, a modo de metáfora y recuerdo de antiguas gestas: Los Bernabé descendían del alcaide Miguel de Bernabé que se enfrentó a los castellanos en Báguena; los Mateo de Gilbert de Monreal obtuvieron privilegio tras su paso por el Consejo Real del monarca Juan II de Aragón; los Catalán de Ocón presumían de ser descendientes del duque de Aquitania, famoso héroe de la reconquista. En algunos escudos se refuerza esta antigua gesta añadiendo, a modo de leyenda, fechas de la época medieval que recogen el momento preciso de la concesión del privilegio.

La adscripción a un determinado linaje, especialmente si éste hundía sus raíces en el medievo, presuponía limpieza de sangre (muy valorada en la España moderna) y daba prestigio a la casa. Este símbolo pasaba de generación en generación, sin variación alguna.

Sin embargo, no podemos ignorar que muchos miembros del tercer estado pudieron ennoblecerse gracias a un matrimonio de conveniencia, a una falsificada inclusión en las listas municipales o a través de la compra de un título. Esta nueva nobleza solía falsear su pretendida antigüedad recurriendo a un símbolo tradicional ya conocido y aceptado, siendo muy habitual en la comarca del Jiloca, como veremos posteriormente, la proliferación hasta extremos insospechados de las armas del linaje de Bernabé.

También era habitual que las piedras armeras fueran modificándose con el paso del tiempo, por alianza o sustitución, añadiéndose a los cuarteles tradicionales del escudo nuevos símbolos que reflejaban alguno de los enlaces matrimoniales del linaje. En teoría, está práctica quedaba ajena a la ley y costumbre aragonesa, pues la cualidad noble se heredaba exclusivamente a través del varón, por lo que un linaje transmitido sucesivamente de padres a hijos no tendría que incorporar ningún símbolo heráldico ajeno. Sin embargo, la práctica heráldica marcó otras formas de comportamiento, muy relacionadas con la propia dinámica social de las familias nobiliarias más acaudaladas.

Los escudos acolados, donde el escudo propio de una mujer casada se pone junto al de su marido bajo un mismo timbre, fueron muy habituales en el valle del Jiloca. A veces, cuando se pactaban estos matrimonios, las mujeres que aportaban grandes bienes solían exigir que las armas de su familia fueran incorporadas al escudo de la Casa Solariega para formar, a partir de ese momento, un elemento más de la piedra armera y del linaje familiar. El ejemplo más claro lo encontramos en el siglo XVIII en Calamocha, cuando la arruinada casa de los Vicente Iñigo pactó una boda con una rica heredera del linaje de Dolz de Espejo, lo que les obligó a picar la portada de su casa y añadir otros cuarteles a su piedra armera e incluso modificar su primer apellido para pasar a denominarse “Vicente de Espejo”.

Piedras armeras en el valle del Jiloca

Los antiguos escudos familiares conservados son los siguientes:

  • Abad, con escudo en Villanueva de Jiloca, emparentado con los Bernabé
  • Abián, domiciliados en Maluenda.
  • Alava, con piedras armeras en la plaza, interior de la casa familiar e iglesia de Luco de Jiloca.
  • Antillón, con piedra armera en Santa Eulalia del Campo, en la casa familiar y en la iglesia.
  • Azagra, con piedra armera en la capilla del Patrocinio de Daroca
  • Ascoz-Sancho, en una casa de Báguena
  • Beniades, con dos piedras en la localidad de Godos
  • Bernabé, con numerosasa piedras en Báguena, Burbáguena, Calamocha, etc.
  • Bernad, en su vivienda de Navarrete del Río
  • Brusca, en Torrelosnegros
  • Campillo, piedra armera en la Torre Campillo, en Daroca
  • Castillón, piedra armera en el Callejón de Castillón, en Daroca
  • Catalán de Ocón, piedras armeras en Torrijo del Campo y Monreal del Campo
  • Celaya, en la calle de la Marquesa de Daroca y en la Capilla de San José, de la Colegiata de Daroca
  • Escudo de Ciria, en Maluend
  • Cubero, escudo en el Panteón familiar de Daroca
  • Cueva, en la casa de la calle Mayor de Daroca y en un paño bordado en la Iglesia Colegial
  • Cunchillos, en San Martín del Río
  • Diez de Aux, en el Torreón de la Puerta Baja de Daroca
  • Domingo, con escudo en San Martín del Río, emparentado con los Bernabé
  • Ezpeleta, había una piedra en su casa de Báguena, actualmente desaparecida.
  • Falcón, con piedra en la calle Mayor de Daroca, aliadas al linaje de Oseñalde
  • Fernández de Alava, en la fuente de El Poyo y en San Martín del Río
  • Fuertes, en una vivienda de Odón y en Tornos.
  • Garatachea, en San Martín del Río
  • Garcés de Marcilla, con piedra en la calle Mayor de Calamocha, mezclado con el linaje de Bernabé
  • Garlón, escudo pintado al fresco en la iglesia de San Miguel de Daroca.
  • Gonzalo de Liria, en el antiguo colegio de la Salle de Monreal del Campo y en una vivienda de Burbáguena.
  • Guallart, en una vivienda en Cuencabuena y en Anento.
  • Heredia, con sus esmaltes en la capilla de San Valero de la Iglesia de San Miguel de Daroca.
  • Huerta de Bernabé en Used.
  • Lancis, en una vivienda en Lagueruela, mezclado frecuentemente con Lario.
  • Lario, en una casa de Torrecilla del Rebollar y en la iglesia parroquial.
  • Laroche, en la localidad de Piedrahita
  • Latorre, en la capilla de San José de la Colegial de Daroca y en la casa palacio de Burbáguena.
  • Liñán, en una vivienda de Burbáguena
  • López de Bailo, en la capilla de la Soledad de la Colegial de Daroca y en una casa de Báguena.
  • Luna, en Tornos
  • Marco, en la calle Grajera de Daroca y en San Martín del Río.
  • Mateo, en la plaza de Monreal del Campo y en la vivienda que poseía el linaje en Ojos Negros.
  • Escudo del marqués de Uñón, en la iglesia de Aldehuela de Liestos.
  • Mateo de Gilbert, en la plaza de Monreal del Campo, en una vivienda hoy desaparecida de Luco de Jiloca y en la capilla de San Miguel la iglesia de esta última localidad.
  • Martínez de Luna, con numerosas variaciones en el palacio de los Luna de Daroca.
  • Millán, en una casa de Monforte de Moyuela
  • Muro, en una lauda sepulcral en la iglesia de San Miguel de Daroca.
  • Navarro y Dolz, en una vivienda de Bello
  • Navarro y Audera, en una casa de Burbáguena
  • Novella, en la fachada de una casa en la calle Mayor de Daroca.
  • Orera, en la casa familiar, hoy desaparecida, de Daroca y en la capilla de la Transfiguración de la Iglesia de San Miguel de Daroca
  • Oseñalde, en la calle Mayor de Daroca
  • Pérez del Corral, en una casa de San Martín y en la ermita del Buen Reposo.
  • Rivera, en dos casas de Calamocha
  • Ruiz Senés, en la capilla del Patrocinio de Daroca.
  • Terrer, en la casa de la calle Mayor de Daroca y con sus esmaltes en el altar mayor y capilla de la Anunciación de Daroca y en el retablo mayor y cúpula central de la Colegiata de Santa María de Calatayud
  • Urrea, en la capilla de Santa Ana de la Colegiata de Daroca.
  • Ursua, en la calle Valcaliente de Daroca.
  • Valenzuela, piedra armera en la calle Mayor de Burbáguena, y dos en Orcajo.
  • Valero de Liria, en la ermita de la Purísima de Alba.
  • Vicente de Espejo, en una casa en Calamocha.
  • Vera, en una lápida en la sacristía de la Colegial de Daroca.
  • Xuarez, con sus esmaltes en el altar de San Gregorio de la Iglesia de Santo Domingo de Silos de Daroca.

Existen otros escudos en el valle del Jiloca, actualmente desconocidos, como los de Bádenas, Bello, Calle Carnicería de Blancas, Casa Grande de Blancas, Calamocha, Caminreal, Villanueva de Jiloca.

Investigadores

Han sido unos pocos los investigadores que se han preocupado por la heráldica del valle del Jiloca, destacando sobre todo Juan Félix Rújula, investigador heráldico del siglo XVIII, natural de Daroca, y más recientemente Rafael Esteban, Manuel Fuertes de Gilbert y Amparo París Marqués.

Bibliografía

  • Mañas Ballestín, Fabián (1998): La Heráldica de Daroca. Daroca, Ayuntamiento[Texto completo]
  • París Marqués, Amparo y Torres García, Susana (2001): "Piedras armeras e infanzones de Santa Eulalia del Campo (Teruel)", Emblemata: Revista aragonesa de emblemática, Nº 7, 2001, pags. 169-206
  • París Marqués, Amparo (2009): "Los infanzones de San Martín del Río (Teruel,Aragón,España)", Emblemata: Revista aragonesa de emblemática, Nº 15, 2001, pags. 107-143 [Texto completo]