Medicina

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La medicina es la ciencia dedicada al estudio de la vida, la salud, las enfermedades y la muerte del ser humano. Su aplicación en el mundo rural la han realizado tradicionalmente los médicos locales, intentando mantener y recuperar la salud de los vecinos. Junto con la enfermería, la veterinaria, la farmacia, entre otras disciplinas, la medicina forma parte del cuerpo de las ciencias de la salud.

Los conducidos

Durante muchos siglos el Ayuntamiento tuvo la obligación de garantizar los servicios sanitarios a los vecinos, tanto para las personas como para los animales que poseían, sobre todo los de labor. Como los recursos de los municipios eran siempre muy escasos, no se podían asumir directamente todos los servicios, recurriendo a los “conducidos”, una denominación que hace referencia a la forma en que se determinaba su trabajo a través de un “conducto” o pacto.

El Ayuntamiento contrataba a los sanitarios mediante una oferta de empleo pública, a la que podían presentarse varios candidatos, seleccionando al que consideraban más adecuado para el cargo. En la oferta de empleo se solía detallar el tiempo de la contratación (de tres a cinco años), las funciones que desempeñarían, las condiciones laborales y el sueldo que obtendrían por su trabajo.

La capitulación firmada entre los Concejos y los médicos detallaban el tiempo de contratación, que solía rondar los tres años. A veces incluían la clausula de que en caso de peste no tenía obligación de asistir a los puntuales contagiados, a menos que la enfermedad se extendiera por todo el pueblo. Esta salvedad, muy curiosa desde el punto de vista actual, era muy frecuente en los contratos de médicos de los siglos modernos.

Tampoco tenía obligación de permanecer constantemente en la localidad ya que, una vez realizada la visita de la mañana o de la tarde, el médico podía marchar fuera del pueblo. Por sus servicios cobraba una determinada cantidad de dinero o trigo en especie, entregada en una única paga el día de Nuestra Señora de Agosto, recogidos mediante un repartimiento entre todos los vecinos de la localidad. El Concejo, por su parte, le entregaba una casa franca donde vivir, y le eximía de todas las pechas e impuestos locales.

El coste del personal conducido, salvo algunos pequeños detalles, no estaba incluido en el presupuesto municipal. Tenían establecido un salario anual que se obtenía mediante el reparto de cuotas entre todos los vecinos. El tipo de derrama variaba según los casos. Los servicios del médico y del farmaceútico eran pagados por todos los vecinos. En el caso del cirujano o practicante, una parte de su salario se obtenía mediante repartimiento general y la otra la recibía directamente de las personas que atendía. El veterinario, el herrero y el dulero pasaban el recibo a los vecinos que tenían animales, pagando cada uno en función del número de cabezas que poseía.

En los pueblos más pequeños, una persona podía desempeñar dos cargos a la vez, sobre todo los de cirujano, veterinario y boticario. Algunos de estos oficios eran deficitarios, y no podían ser cubiertos exclusivamente con los repartos vecinales. Además, era costumbre muy extendida por todo Aragón que las familias pobres no fueran incluidas en las listas cobratorias de los conducidos, pero podían solicitar gratuitamente sus servicios, con los mismos derechos que el resto de sus vecinos. En estas situaciones el Ayuntamiento ayudará al mantenimiento del servicio mediante la entrega de una parte del sueldo que cobraban con cargo a los presupuestos ordinarios.

La mejora de los abastecimientos y la higiene

Muchos médicos y farmaceúticos, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, insistieron una y otra ver en mejorar el suministro de agua de boca, trayendola de manantiales cercanos, pues hasta entonces se había realizado mediante pozos o recurriendo al río Jiloca y a veces a sus acequias, ambos muy contaminados por los sucesivos vertidos de los pueblos precedentes en el cauce.

Médicos y farmaceúticos tuvieron que convencer a Ayuntamientos que no entendían la necesidad. Uno de los ejemplos más loables es la figura de José García Sancho, médico de Maluenda, que convenció a sus vecinos para traer el agua potable desde un manantial sito en Velilla de Jiloca y que reunía las condiciones de calidad de sus aguas y caudal suficiente. Con esta infraestructura hizo disminuir en un 70% las enfermedades infectocontagiosas del municipio, entre las que destacaban infecciones Tifo-Paratíficas (contaminación fecal) y Fiebres de Malta (contaminación animal), y Diarreas estivales en los niños, especialmente en una época sin antibióticos.

Otro médico que intentó cambiar los comportamientos higiénicos de sus pacientes fue Federico Rivelles, médico de Monreal del Campo y Ojos Negros a comienzos del siglo XX, quien escribió varios libros con recomendaciones sanitarias. Escribió una novela corta titulada "Villaporcina", en la que defendía la necesidad de poner orden en los pueblos, donde se convivía y dormía con los animales, y otra titulada "Por no vacunarse. Narración de higiene para niños".

La implantación de la Seguridad Social

A finales del siglo XX, al igual que estaba pasando con la educación y los maestros, se intenta modificar el sistema sanitario español y evitar su escesiva dependencia de los municipios. En el año 1903 ya se plantea la necesidad de crear una "Caja Nacional de Seguro Popular", primera ponencia de lo que será el futuro Instituto Nacional de Previsión.

Este proyecto fue presentado al Parlamento, previa autorización del Rey Alfonso XIII, el 1 de noviembre de 1906 . Sin embargo, las vicisitudes políticas de la época, no permitirían que se aprobara la Ley de Creación del Instituto Nacional de Previsión hasta el 27 de febrero de 1908.

En las ciudades y zonas con fuerte industrialización empiezan a aparecer los primerios retiros y seguros obreros. En 1929 se crea un seguro obligatorio de maternidad que garantiza la asistencia facultativa en el embarazo y en el parto. En el valle del Jiloca estos seguros solo afectaron a los trabajadores de las grandes empresas del valle: Compañía Minera de Sierra Menera, Compañía del Ferrocarril Central de Aragón, Azucarera de Santa Eulalia, Fábrica de mantas de Calamocha, etc.

En el mundo rural la implantación de los seguros sociales fue muy lento. En 1931, durante los primeros meses de la II República, se generaliza entre los trabajadores de la agricultura la Ley de Accidentes de Trabajo de 1900, que hasta entonces apenas había tenido aplicación fuera de las industrias. Sin embargo, seguían quedando fuera la mayor parte de los pequeños y medianos propietarios tan numerosos en nuestros pueblos.

La consolidación del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) en España, gestionado por el Instituto Nacional de Previsión como entidad aseguradora única, se realiza mediante la Ley de 14 de diciembre de 1942. Entre las prestaciones estaba la asistencia sanitaria en caso de enfermedad y maternidad, e indemnización económica por la pérdida de retribución derivada de las situaciones anteriores. Este seguro se reforma en 1963 con la Ley de Bases de la Seguridad Social y nuevamente en el año 1974.

La Constitución de 1978 y la instauración de la democracia en nuestro país plantea una prestación de la asistencia sanitaria con nuevos enfoques, garantizando la asistencia sanitaria a todos los residenes en España, hayan cotizado o no. Asimismo, la nueva organización territorial del Estado, con el establecimiento de las Autonomías, posibilita que estos puedan asumir competencias en la materia señalada y de asistencia sanitaria de la Seguridad Social.

Servicio Aragonés de Salud

Sectores sanitarios en Aragón

Actualmente, tras las transferencias de competencias culminadas en 2001, todo el sistema sanitario del valle del Jiloca depende del Gobierno de Aragón a través de la Consejería de Salud.

El valle del Jiloca está dividido en dos grandes sectores sanitarios, coincidiendo con las actuales provincias: Teruel y Calatayud, encabezados respectivamente por el Hospital Obispo Polanco y el Hospital Ernest Lluch Martín de Calatayud. Además, hay otros centros hospitalarios de apoyo, como el Centro de Rehabilitación Psicosocial San Juan de Dios y el Hospital San José, ambos en Teruel.

El valle del Jiloca turolense, enmarcado en el sector sanitario de Teruel, tiene de sur a norte los siguientes Centros de Salud:

  • Cella
  • Santa Eulalia del Campo
  • Monreal del Campo
  • Calamocha
  • Báguena

El sector sanitario de Calatayud es más pequeño, descatando los Centros de Salud de

  • Calatayud Rural
  • Daroca

Médicos

Desde la Edad Media se pueden destacar numerosos médicos que han destacado por su trabajo en sus respectivas localidades o en otras donde tuvieron que emigrar para trabajar.

Otras páginas relacinadas

Como vemos, los servicios sanitarios eran muy variados. Además del médico podemos destacar los siguientes:

Bibliografía